Luis Miguel saltó anoche sobre el escenario de la plaza de toros de Palma aclamado como un Dios por un público hambriento de él.
Se hizo esperar lo justo para que entre el graderío comenzasen a sucederse las olas, los vítores y se caldease un ambiente que estalló
al verlo aparecer vestido de negro. Su presencia imponente y su potente voz rompieron la oscuridad de una noche iluminada por los miles
de móviles que el público utilizaba cuan velas para recibir a su ídolo. “Muy bien, muy bien…, buenas noches, Palma de Mallorca. Bello
público, sí señor”, exclamó tras ofrecer un aperitivo a modo de ‘Te propongo esta noche’, ‘Suave’ y ‘Con tus besos‘. “Gracias a todos,
a toda la gente que está en el fondo un gran aplauso, a la gente de la derecha…”, continuó animando a las 5.000 personas que se habían
congregado para disfrutar de una noche mágica. “Bonito es estar en el escenario y cantar. Gracias por este privilegio. ¿Qué tal si les
canto? Gracias por acompañarme y estar conmigo”, añadió segundos antes de que la música anunciase su próximo temas: ‘Tres palabras’.
Luis Miguel llegó a Palma enérgico dispuesto a emocionar a su público y, por supuesto, no decepcionó. En su tercer concierto en esta
intensa gira que le ha devuelto a tierras españolas tras cinco años de ausencia, desbordó simpatía y complicidad con su público al
que lanzó sonrisas, besos y rosas blancas. “Me hacen falta miles más y llegar más arriba”, comentó guardándose una última y codiciada
flor para lanzarla más lejos que las anteriores.
Entregado por completo, no dudó en acercarse en multitud de ocasiones a su gente para darles la mano y mirarles a los ojos. “La primera
vez que vino por mi lado no pude tocarle, pero cuando vi que volvía, tuve claro que era mi oportunidad y lo conseguí”, comentaba a la
salida una de esas ya no tan jóvenes fans que habían tenido el privilegio de unir su mano a la del ‘Sol de México’.
El público, de todas las edades, disfrutó extasiado del concierto, bailando, cantando, riendo y haciéndose fotos para perpetuar el
recuerdo de una noche de primavera en la que Luis Miguel consiguió hacer olvidar todas las preocupaciones, incluso borró del mapa a
la mismísima crisis.
Con una escenografía sin artificios, el cantante supo utilizar su portentosa voz y sus movimientos seductores y elegantes para provocar
a su público, al que dejó cantar casi completo su quinto tema, ‘La barca’, que retomó con “hasta que tú decidas regresar…”.
‘Somos novios’, ‘Por debajo de la mesa’, ‘Bésame mucho’ o ‘Amor, amor, amor’ siguieron pintando de ilusiones una velada que en todo
momento se fue hacia arriba y a un público al que llegó incluso a testar con un medidor de potencia, que llegó hasta el máximo. Y
es que hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, se dejaron atrapar por el carisma de este mexicano universal, que se mostró
generoso con todos ellos y respondió hasta en dos ocasiones a los gritos de “¡otra, otra!” con la que bramaban para no perder a
este gladiador, que ayer conquistó el coliseo de Palma y los corazones de todos los presentes.